¡Muy buenos y amorosos días!

 

Hoy, desde La Varita de Leire, nos ponemos un poco más sentimentales y os traemos un post sobre lo bonito e importante de compartir tu vida con otra persona. Ya tienes en mente a alguien, ¿verdad? Estás pensando en tu madre, tu primo favorito, en tus amigas, en tu pareja… Todas esas personas que te hacen ser quien eres. Si lo tienes claro, estamos preparados… ¡Vamos allá!

Compartir tu vida es duplicar la alegría y dividir la tristeza, siendo feliz por todo lo bueno que le ocurre al otro, y sentir tristeza si algo malo le ocurre. Es reír a dúo, brindar sin motivo, pero también llorar en su hombro y dejar que llene el tuyo de lágrimas.

Compartir tu vida es tener la absoluta certeza de que tu vida no sería igual sin esa persona, no tiene por qué ser peor, pero sin duda no sería la que es, sería diferente. Es valorar la grandeza de tenerla a tu lado, de todo lo que te aporta, de que saca a la luz la mejor versión de ti. Es un pellizco en el corazón sólo pensar en perderla.

Compartir tu vida también es ponerte de los nervios con sus manías, conocer y aceptar sus defectos, aunque a veces te saquen de quicio, querer sin muchas veces saber por qué se quiere. Amar por el conjunto de lo que un ser humano es, con toda la amplitud del verbo “ser”.

Compartir tu vida significa no tener reservas, entregarse en cuerpo y en alma, no tener miedo de mostrar tu interior y demostrarle tus sentimientos, con actos y con palabras. Es confianza, lealtad, sinceridad, honestidad.

Compartir tu vida es construir una balanza y mantenerla juntos en equilibrio. Es tener un día malo y que el otro lo compense, es no tener muchas ganas y que esa persona aporte las suyas y las que te faltan. Es ser juntos un 100% aunque los porcentajes se repartan de diferente manera en días diferentes.

Compartir tu vida es estar juntos cerca o lejos, es no dejar de estar. Sentir que está presente en tu día a día, aunque no te pueda ver, sea cual sea el motivo y la circunstancia. No hay nada más bonito que sentirse acompañado, aunque no puedan agarrarte de la mano.

 

En definitiva, compartir tu vida no siempre es un camino de rosas, pero siempre es el camino.

 

Y tú, ¿Con quién/es compartes tu vida?